Naufragio del Miño (sábado, 29 de marzo de 1856):


Fue uno de los sucesos luctuosos que marcaría la vida de Málaga, en general, y de la familia Heredia en particular. Ésta es la narración del suceso:

El vapor de hierro Miño1 con su capitán D. Germán Marquillas, procedente de Adra, parte el viernes 28 de marzo de 1856 a las 5 de la tarde con destino Cádiz, Vigo y Liverpool, conduciendo 86 pasajeros en total: 14 de los puntos anteriores de escala, 36 tripulantes y 36 pasajeros embarcados en Málaga entre los que figuran los hijos de Martín, Eduardo, Federico (recién llegado de Inglaterra) y Elisa; Trinidad Grund (viuda de Manuel Agustín Heredia Livermore) y sus dos hijas, Isabel y Manolita; María Heredia, hija de Manuel Agustín Heredia (padre). Matilde Cámara Livermore y 8 criados; las familias de D. Pedro Reboul, D. José Ferrari y Porral; el Canónigo lectoral de la santa iglesia Catedral, D. José Fontana y Boscasa; y el marmolista Sr. Frápoli. Todos acudían a la feria de abril de Sevilla.

A la 2:30 de la madrugada del sábado 29 de marzo es embestido muy cerca de la isla de Tarifa, donde se encuentran sus restos, por el velero transporte inglés de gran porte, Minden, al mando del capitán Marshall, que había sido remolcado más allá del Estrecho por un vapor pero que, encontrando vientos muy fuertes en contra, volvía hacia Gibraltar. Al primer golpe del encuentro cayó la chimenea del Miño y al segundo, pocos momentos después zozobró el malhadado vapor. La fuerza del viento y de la corriente alejó al transporte inglés antes de que pudiera ponerse en facha y arriar los botes, que igualmente necesitaron tiempo para llegar al sitio del hundimiento para recoger a los sobrevivientes. Mientras tanto, los náufragos no absorbidos por el remolino se aferraban a tablas o a cualquier objeto flotante. Se cuenta que Trinidad Grund se aferró a uno de los bancos y que gracias a su ropaje pudo permanecer a flote hasta que un marinero la dejó asirse al tablón que le sostenía2; sus hijas, en cambio, fueron arrastradas por el remolino y nunca se encontraron a pesar de que Trinidad fletó, nada más llegar a Gibraltar, un vapor para ir en busca de los náufragos y de sus hijas. Igualmente perecieron los hijos de Martín, Federico y Elisa, pudiendo salvarse Eduardo.

El domingo día 30, llega la noticia a Málaga por medio del capitán del vapor Europa que, a su vez, la había recibido del capitán del vapor Segundo Gaditano que llegaría a puerto algunas horas más tarde confirmando la noticia del hundimiento y que sólo se habían salvado 21 personas, de las 86, y que se encontraban en Gibraltar. Se dice también que el capitán del Minden se encuentra preso en Gibraltar pendiente de un consejo de guerra por el daño causado.

El relato de los hechos que apareció en la Crónica de Gibraltar, dada por el capitán Marshall del transporte inglés3, dice que habiendo una neblina muy espesa se dirigía a la bahía de Gibraltar cuando observó una luz muy clara por el lado de estribor de proa y que a los 10 minutos reconoció a un vapor cerca del costado de estribor, que por lo visto llevaba su rumbo para pasar por debajo de la popa del Minden. No abrigaron ningún temor de choque y el capitán no creyó necesario variar el rumbo de su buque porque según la marcha que llevaban pasarían con desahogo; pero momentos después repentinamente el Miño varió el rumbo a babor (del Minden) y se viró flechado debajo de la proa del Minden, cuyo botalón rompió uno de los palos del vapor y el bauprés derribó la chimenea del vapor: la popa del Minden chocó entonces contra el costado del Miño. El capitán Marshall mandó al punto la necesaria maniobra para poner en facha su buque mientras se verificó que el vapor continuaba a 9 nudos y no paró sus máquinas hasta 3 minutos después del choque. El capitán echó un bote al agua inmediatamente y viendo que el transporte hacía muy poca agua, mandó echar el 2º. No bien llegaba el primer bote al sitio del choque cuando el Miño se iba a pique de popa; la primera lancha salvó a 21 personas que eran 2 señoras y 2 caballeros, pasajeros, y 17 de la tripulación incluso el 2º maquinista, el contramaestre y el 2º camarero. El tiempo que transcurrió desde el momento del choque hasta el hundimiento no pasó de 10 minutos.

De acuerdo con la situación que dio el capitán del Minden: el faro de Tarifa quedaba al Oeste por el Norte y el de Punta Europa al NE, medio Este. Con estas indicaciones el lugar aproximado del naufragio es el señalado en la carta, al sur-este de la isla de Tarifa muy cercano al punto donde se encuentran los restos del Miño, (llamado por algunos San Andrés por los grabados de los lingotes de plomo que transportaba provenientes de la fundición de plomo San Andrés, en Adra, Almería, propiedad de los Heredia) y a cuya playa el capitán del Miño debió dirigirse para salvar a sus pasajeros.

Los restos del Miño se incluyeron en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural con la tipología de yacimiento arqueológico sito en aguas continentales de Cádiz, por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía el 10 de marzo de 20084. Transcribo el párrafo 2.23 sobre el Miño, al que denomina San Andrés basado en las referencias populares:


2.23. San Andrés.

Pecio conocido como el San Andrés, aunque podría tratarse

de los restos del naufragio del vapor «Miño», acaecido

en 1856 en esta área. La zona nuclear del yacimiento está

constituido por los restos de un barco de palas de hierro.

Se pueden individualizar dos áreas de dispersión, que de

mayor a menor serían: una lengua a unos 17 metros de profundidad,

donde según la información oral aparecían los lingotes

de plomo con la marca “San Andrés”, y la segunda, donde

se localiza una amplia franja con restos metálicos, como planchas

de hierro, una escalera, amasijos informes.



Fotografías y diversos esquemas de los restos pueden encontrarse en internet5.







Nota aparecida en

“El Avisador Malagueño”,

con fecha 9 de abril de 1856.




Al día siguiente6, 10 de abril, se publica un artículo en El Avisador Malagueño en el que cuestiona la actuación del capitán del Minden y que desde luego no parece que toda la culpa sea del Miño, ya que, por ejemplo, se cita que el Minden no hizo ningún intento de virar a estribor cuando vio al Miño por proa como mandan las normas. El Miño en cambio sí lo hizo pero dada la prepotencia de los capitanes ingleses, el Minden continuó. En la declaración de Marshall no se menciona nada sobre si el Minden llevaba las luces de reglamento y se duda de que el Minden navegara sólo a 4 nudos dados los vientos que le habían hecho retornar. Y concluye que a pesar de las contradicciones y de las inexactitudes del capitán del Minden, que en su día los tribunales decidirán sobre la materia, el comportamiento del capitán Marshall, después de la desgracia, de poner su barco en facha y arriar los botes, es altamente marinero, humanitario y digno de toda alabanza, atendiendo a la prontitud, al lugar y demás circunstancias.

Para explicar el naufragio del Miño y la tragedia que ello supuso para los Heredia he preferido incluir esta carta de un amigo de la familia a su madre7, escrita en inglés y traducida en la copia:





1El Avisador Malagueño. Martes, 1 de abril de 1856

2María Pía Heredia Grund. Memorias de una nieta de Don Manuel Agustín Heredia. Madrid 1955

3El Avisador Malagueño. Domingo, 6 de abril de 1856.

4BOJA nº 48 de 10 de marzo de 2008, pág. 85 y 86, párrafo 2.23

5www.marenostrum.org

6El Avisador Malagueño. Jueves, 10 de abril de 1856

7Archivo documental de Conchita Heredia de Seriere.